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viernes, 23 de enero de 2009

Hierro

Con la autoridad que me da haber madrugado, asistir al lento despertar del mundo, con pereza y sin muchas ganas. Con la eterna pregunta que me hago: ¿Cómo puede ser que haga más frío al amanecer ,con la luz, que en la madrugada? Con el lío que es no tener ni idea de qué deseo pediría si me encontrara la lámpara. Escucho un canto de perdiz, lejana. Y la respuesta ,como el eco no deseado, cuando te dan puerta, de un disparo que jode la mañana, que ensucia el aire trasparente y frío. Me hace sentir vivo y querer matar yo a quien así me rompe la armonía de la mañana. Es justicia la que pido. Eso que siempre me dices que no existe, y me rompes el alma. Tú ya lo has vivido todo, y yo aún abro los ojos con una gota de rocío de una alambrada de espino colgada. Serán las lágrimas del hierro por no poder ser otra cosa más hermosa y menos disparatada. No dejas entrar, pero tampoco nadie puede salir de tu "protección". Querida hermana valla, tanta hambre tienes que atrapas pedazos de carne en tus lágrimas.

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